jueves, 11 de noviembre de 2010

HABLANDO CON LA MUERTE

[POR: GEBER LOPEZ]
Recuerdo claramente aquel día en donde conocí a esa persona, tan formal, tan seria, de hermosa apariencia.  Esa platica fue tan entretenida; pasamos horas de horas sin aburrirnos, el tiempo avanzo y no parecía terminar ni mucho menos el día avanzar.  Que increíble era todo, pero; no sabía con quien hablaba, lo que si me tenía al tanto de todo era que me hablaba de diferentes épocas, como que si hubiera vivido por cientos de años, no quise alterarme, solo seguía conversando, todo parecía impresionante y no quería perderme ni un momento en la plática.

Lo que sí me di cuenta, era que esa persona no le podía quitar mi mirada de encima, que hermosa apariencia tenía, un físico perfecto, no había nada defectuoso, pero había algo que no mucho me gustaba, era que esa persona a pesar todo, se sentía frustrada, había algo que la angustiaba, no podía vivir tranquilamente. 

Entre nervios y todo, me atreví a preguntar, y respirando profundamente, vio hacia el cielo y me dijo, sobre la faz de la tierra no hay a quien le tenga miedo, todo esto me pertenece; hace más de dos mil años celebraba grandemente porque creía que había dado muerte a la persona a la que le tengo tanto miedo, pero en vez de eso, hice que su nombre se diera a conocer por todo el mundo e incluso hoy en día es tan conocido. 

Creo que es al Único ser al que le tengo miedo, y por eso veo hacia arriba, Jesús es la única persona a la que le tengo respeto, ha sabido vencer incluso a la muerte, eso es lo que me frustra, porque ÉL tiene el don de darle vida eterna a toda persona que le permite entrar en su corazón.

En ese instante comprendí que no hablaba con una persona cualquiera, estaba hablando con la misma muerte; un ser tan bello, increíble, nunca imaginé que tendría esa apariencia.  Pero no fue eso lo que me asombró, si no que sabia claramente de que Jesús la había vencido y le tiene respeto.

Creo que esa ha sido una experiencia inolvidable, mientras veía hacia arriba, y suspiraba tranquilamente, solo escuche que la muerte me dijo: “tienes la dicha de haber conocido a Dios antes que a mí, si no hubiera sido así, en este instante estaría llevando tu alma conmigo”; rápidamente sonreí y al ver hacia donde estaba sentada  me di cuenta de que ya no había nada.  En realidad había conversado con la muerte y ni me había dado cuenta.  Ahora comprendo que sobre la faz de la tierra hay miles de personas que quieren dañarnos, pero todos le temen al que logró vencer la muerte y es el único que nos puede dar vida eterna.

Bueno, creo que les seguiré contando mis historias en otra ocasión, tengan cuidado con quien hablan, porque en realidad no lo sabemos. Ahí si como se dice, las apariencias engañan, jejejeje. 

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