[por: Libni López]
Son muchas las veces en las que la vida nos obliga a tomar decisiones, y aunque para las chicas sea de suma importancia el poder decidir que par de zapatos usar para determinado evento, no me refiero a esas decisiones.
Me refiero a aquellas que marcarán nuestro destino, decisiones que muchas veces afectan nuestra VED (Vida Espiritual y Diaria), esas decisiones que nos quitan el sueño por las noches y la tranquilidad por el día.
Decisiones en las que nadie puede decirte que hacer; y a lo sumo alguien intentará darte un consejo, lo malo es que en las decisiones más trascendentales parece como si los cronómetros de todos anduvieran apresurados y no logras obtener el consejo de las personas en las que más confías y admiras.
Yo mismo he tenido situaciones como estas. Y lo que más las complicaba era el hecho de que no sabía cómo pedir un consejo, me resultaba súper mega archi difícil hacerlo; no me mal interpreten, pero es que pedir los consejos me resultaba casi imposible.
Claro que después de tomar algunas malas decisiones, me he dado cuenta que cuando he recibido consejo me va mucho mejor; es el hecho de que alguien te pueda dar una nueva perspectiva y así poder tomar una decisión mucho más sabia.
Es necesario aceptar los BUENOS consejos, no solamente los que nos convengan, y claro el consejo por excelencia lo encontramos en Dios, en Su Palabra, aunque muchas veces no nos guste el consejo que Él nos dé, recordemos que Dios mismo no dice: “mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos”(Isaías 55:8); pero todos tenemos claro que los caminos de Dios aunque nos parezcan difíciles son perfectos, dejemos que sea Él quien dirija nuestra más importantes decisiones, les aseguro que los resultados serán los mejores.
Me refiero a aquellas que marcarán nuestro destino, decisiones que muchas veces afectan nuestra VED (Vida Espiritual y Diaria), esas decisiones que nos quitan el sueño por las noches y la tranquilidad por el día.
Decisiones en las que nadie puede decirte que hacer; y a lo sumo alguien intentará darte un consejo, lo malo es que en las decisiones más trascendentales parece como si los cronómetros de todos anduvieran apresurados y no logras obtener el consejo de las personas en las que más confías y admiras.
Yo mismo he tenido situaciones como estas. Y lo que más las complicaba era el hecho de que no sabía cómo pedir un consejo, me resultaba súper mega archi difícil hacerlo; no me mal interpreten, pero es que pedir los consejos me resultaba casi imposible.
Claro que después de tomar algunas malas decisiones, me he dado cuenta que cuando he recibido consejo me va mucho mejor; es el hecho de que alguien te pueda dar una nueva perspectiva y así poder tomar una decisión mucho más sabia.
Es necesario aceptar los BUENOS consejos, no solamente los que nos convengan, y claro el consejo por excelencia lo encontramos en Dios, en Su Palabra, aunque muchas veces no nos guste el consejo que Él nos dé, recordemos que Dios mismo no dice: “mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos”(Isaías 55:8); pero todos tenemos claro que los caminos de Dios aunque nos parezcan difíciles son perfectos, dejemos que sea Él quien dirija nuestra más importantes decisiones, les aseguro que los resultados serán los mejores.
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